Domingo 13 de Abril de 2014, 11:51

Más de 180 mil personas paritiparon del recital del "Indio

| El Indio Solari presentó este sábado en Gualeguaychú su nuevo trabajo discográfico, “Pajaritos, Bravos Muchachitos”, ante un hipódromo colmado. Sin lugar a dudas la cifra de personas que se hizo presente en el hipódromo de la ciudad superó ampliamente a la de su última presentación en Mendoza.


A partir de lo que pasó anoche, Gualeguaychú quedará inmortalizada como la ciudad en la que tuvo lugar el recital más grande de la historia del país. Dato emocionante para miles, motivo de fastidio para otros tantos e irrelevante para los menos. Pero más allá de cada postura existe una realidad irrefutable: el Indio Solari eligió Gualeguaychú y de un tirón la metió en la historia grande del rock. Desde hace varios días, la ciudad dejó atrás esa postal pueblerina, siestera, para convertirse en anfitriona de quien es, sin dudas, el mayor referente de la cultura nacional. La llegada de colectivos desde miles de lugares del país fue constante durante las primeras horas de la madrugada de ayer y hasta minutos antes del recital. El Parque Unzué fue el espacio público que se preparó para el acampe y antes del mediodía de ayer se transformó en un hormiguero de carpas, colores, gente, banderas y más banderas. Por lo que quienes llegaron a la ciudad después de viajar 3, 4, 5 o 50 horas, acamparon en las plazas, en la Avenida Parque, en terrenos en desuso, en los patios de las casas preparados para la ocasión o en cualquier lugar apto para descansar, comer, beber y escuchar sin parar uno de los motivos del viaje: la música de Solari. Si bien todos llegaron para escuchar al ex Redonditos de Ricota, Gualeguaychú fue testigo de la Misa Ricotera o la Misa India. Una suerte de gran comunión en la que se diluyen las diferencias culturales o económicas para consagrarlo a él, al Pelado. Ni las rivalidades futboleras, ni las posiciones políticas, ni los conflictos religiosos tienen lugar en esta Misa. El espíritu es otro. El de compartir… ¿qué cosa? Compartir el sentimiento que atraviesa como un rayo a miles en un mismo espacio y tiempo. Nada más que de eso se trata, de compartir. Los chaparrones intensos que se registraron durante los primeros días de la semana y que volvieron tímidamente el viernes, dejaron lugar a un sol otoñal que alumbró y calentó los cuerpos de quienes, ansiosos, esperaban ya en cielo entrerriano volver a ver a su ídolo. Durante todo el día la ciudad recibió a cientos y cientos de colectivos, automóviles y combis. Y aunque aún no se dieron a conocer los números oficiales, es probable que hayan llegado más vehículos de los esperados. Durante todo el día los Ricoteros se fueron instalando en diferentes espacios públicos de la ciudad. Ante la mirada atónita de algún que otro vecino, el fuego para el asado se fue multiplicando por cientos y la música sonaba cada vez más fuerte. Cerca de las 19 el sol comenzó a bajar, de la misma manera que empezó a subir la ansiedad y la emoción de quienes a esa altura eran los dueños de la ciudad. La cola que entraba desde el Acceso Sur pasaba por Avenida Parque y llegaba a la costanera, para volver hasta el corsódromo, lugar por el que ingresó el público. Una postal que quedará en la retina de todos los que fueron parte de la celebración y de quienes no. Las bombas comenzaron a estallar en un cielo cubierto de nubes y el frío de la noche no fue impedimento para que, una vez más, el Indio Solari deje su marca en otro lugar del mundo, esta vez en Gualeguaychú. Pasadas las 22, las luces del Hipódromo de Gualeguaychú se apagaron por completo y unos interminables segundos después, el ex Redondos salió a escena junto a Los fundamentalistas del Aire Acondicionado para hacer estallar a la Ciudad del Carnaval. El resto fue todo emoción y rock. Solari y sus Redonditos de Ricota marcaron a fuego, no solo a una ciudad, sino a todo el país y a dos o tres generaciones juntas. Todo en el mismo momento, en las poco más de dos horas que duró el recital. Fuente: L.Peralta/El Día.